Pero la muerte se suicida si me hipnotizas con tus pupilas. Gritame con los ojos,que se van a humedecer de felicidad.

miércoles, 4 de abril de 2012

Puedo forzar la puta realidad solo por ti


Ella era un cúmulo de cosas que de vez en cuando estallaban en lágrimas. Un saco de complejos lleno de preocupaciones por ínfimas tonterías que la hacían romperse cada noche. Nunca pidió socorro porque pensaba que nadie iría nunca, pero siempre lo gritaba por dentro. Se culpaba a sí misma de lo malo de esta vida. De lo poco que confiaba en sí misma y en que no daba razones a nadie por las que confiar. Nunca se apoyó en nadie al levantarse, pero siempre pedía perdón. Nadie sabe como acabó ella con su pequeña sonrisa que solo salía a visitarla cuando atardecía. Nadie sabrá nunca que fue de sus poemas guardados en aquel baúl en la buhardilla de un quinto piso sin ascensor. Decían que era una bohemia como las de las películas francesas inspiradas en los '70. Pero ella se consideraba ella. Una persona de tantas que morirá como una más. Sin testamento pero con carta de despido. Por si la muerte la pilla sin avisar. Sin creer en las casualidades pero cada día un poco más en que ella escribía su propio destino. Destino que hizo que ella llorase cada día en la ventana de su habitación. Pero, al final, fue ella la que decidió que las drogas la desgastasen en vez de dejar que lo hiciese el tiempo.

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