- Anda cariño, ven a la cama, nunca molestas.
No quise hacerme mucho de rogar, por si no insistía, ¿sabéis? Si hubiese dejado de insistir me habría sentido mil veces peor. Así que me levanté y le seguí hasta el dormitorio.
Y esta vez sí, al volvernos a acostar, cada uno por un lado, se tumbó muy cerca de mí, me besó la nuca, me abrazó por la cintura.
Y me dormí. Me dormí con la luz tenue y la radio bajita, bajita. Me dormí pensando en qué he hecho yo para merecer un hombre tan bueno. Me dormí con una determinación: vale la pena, y no pienso dejarle escapar. Si tenía alguna duda de querer pasar mi vida a su lado, allá dónde él estuviese, la hizo desaparecer.
Fue un sueño tranquilo, a su lado casi nunca tengo pesadillas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario