Pero la muerte se suicida si me hipnotizas con tus pupilas. Gritame con los ojos,que se van a humedecer de felicidad.

lunes, 20 de febrero de 2012

Surges y de repente la vida olvida la muerte


Rompen las olas contra unas rocas. La espuma rebosa por encima de una pequeña isla, es uno de los pocos lugares en los que se puede ver este gran espectáculo. Se funden el cielo y el mar en el horizonte, y no se conoce el límite, o el final de ambos. Es mi paraíso eterno. Vengo aquí cada vez que necesito alejarme del mundo, o cuando necesito distanciarme de los problemas. Llego, aparco y me siento en la hierba, cojo una hoja en blanco y un bolígrafo negro (no sé por qué ese color, pero siempre me ayuda cuando necesito expresarme). Miro hacia el horizonte y entonces la inspiración llega a mi mejor que cualquier musa. Las palabras fluyen y nacen solas, sin ayuda. No necesito pararme a pensar como continuar o sobre qué hablar. Sale solo. Es algo inevitable, no necesito nada más. Cuando estoy allí, rodeado de la naturaleza, del mar, del cielo, del olor a libertad, creedme que me siento completo. Dan igual los cabreos de la semana, las facturas sin pagar, los desamores, o cualquier otra historia. Allí estoy yo conmigo mismo, y soy, tal vez, mi mejor compañía. A veces me llevo un reproductor de música, pero, la verdad, prefiero el sonido del ir y venir de las olas, o los golpes contra las rocas. De vez en cuando me acerco durante la noche, con una manta de cuadros roja que me regalaron cuando era crío. Así evito el frío, y también el miedo. Estar allí completamente solo, oyendo simplemente el ruido del mar y de un pequeño búho que a veces aparece cuando hay luna llena produce que se te ericen todos los pelos de los brazos. Pero aunque sea de día el miedo sale a la luz, los sentimientos encuentran la salida y no hay manera de evitar en ocasiones carcajadas, y en otras unos cuantos sollozos que el mar se encarga de silenciar. Allí pienso en mi, en el pasado que muchas veces nos arrebata el presente, pienso también en el futuro. Me gusta imaginarme con veinte años más yendo al mismo lugar los domingos por la mañana a escribir. Solo a eso. También imagino como será encontrar a esa persona especial que dicen que todos tenemos. Imagino como será cuando le enseñe el lugar que me ha visto crecer, llorar, reír, e incluso aprender. Pienso en lo que le diría, o en como le presentaría este paraíso. Quizás dijese algo como: “Y aquí está la octava maravilla del mundo”. Luego sonreiría y la besaría diciéndole que ella es mucho mejor que cualquiera de esas maravillas. Este mar saca de mí el romanticismo que tengo escondido, y me evita demasiados problemas. Aquí he aprendido a controlar mi ira, y mis sentimientos. Pero sobre todo he aprendido a negociar conmigo mismo. A elegir la mejor opción, a labrarme un futuro a base de sueños. Que aunque parezca imposible, no lo es. Todavía me recuerdo a mi con unos 9 años, cuando un profesor me sonrío y me dijo: “Tú vales para escritor, chico”. Creo que ese hombre ha sido uno de los grandes motivos por los que hoy me dedico a ello. Es una parte de mi vida. Leer y escribir. A cualquiera le puede parece la mayor tontería de este mundo, pero cuando la gente te para por la calle, te sonríe y te dice: “He leído tu libro, eres grande”. Creedme que nada más importa. Solo porque una persona en todo el mundo se haya sentido identificada o se haya emocionado al leer algo que yo haya escrito, volvería una y otra vez a pasar por todas esas calles sin salida, esos bloqueos , o todos los obstáculos que me pusieron. Aunque sé que esta frase la habéis oído demasiadas veces en vuestra vida: Jamás dejéis que alguien os diga lo que podéis o lo que no podéis hacer. Sois los dueños de vuestra propia vida, y de todos vuestros sueños. Nadie, y repito, nadie puede decidir por vosotros, ni vivir por vosotros. No merecería la pena. Todos necesitamos tomar decisiones para sentirnos completos. Acertar, equivocarnos, dudar, y al final elegir. En eso se basa la vida. Desde que nacemos nos obligan a elegir, elegir amigos, elegir ropa, elegir juguetes, luego pasamos a la adolescencia, elegimos novio, empezamos elegir a lo que queremos dedicarnos, elegimos nuestro estilo, y luego llega la etapa más complicada. Cuando somos adultos. Nos piden que elijamos entre un sinfín de cosas, demasiadas como para numerarlas. Pero a día de hoy, quiero repetiros que seréis lo que vosotros queráis, que nada más importa. Encontraréis a esa persona, encontraréis vuestro lugar (como yo he encontrado este), encontraréis el trabajo que busquéis, encontraréis problemas y soluciones, encontraréis personas que os marquen y personas que os hagan daño, encontraréis canciones que os hagan llorar y días que os llenen. Viviréis como queráis vivir. Al fin y al cabo, cada persona es única: tiene un amor platónico, un sueño sin realizar, y una persona inolvidable en su vida. Solo quería deciros, después de tanta parafernalia que sois grandes, únicos, y que tenéis que luchar. Nunca se sabe dónde se puede encontrar esa razón de ser que cada uno busca. Luchad. Sois guerreros de vuestro propio destino.

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