Pero la muerte se suicida si me hipnotizas con tus pupilas. Gritame con los ojos,que se van a humedecer de felicidad.

miércoles, 18 de julio de 2012

En el mundo genial de las cosas que dices,

Cerrar los ojos y sentirte cerca, aquí, prácticamente rozándome. Sentirte. Abrir de nuevo los ojos y ver que no estás, que todo se derrumbe. Mirarte y no saber como decirte que no hay nada en todo el mundo que se compare minímamente a ti. Pensar en lo mucho que te quiero, y en la tremenda suerte que tengo de tenerte a mi lado. Sonreír. Sonreír. Volver a sonreír. Constantemente. Sin darte cuenta. Echarte de menos a cada segundo. He comprendido que esta necesidad de necesitarte se ha convertido en una adicción, una de esas que se hacen tan, tan, tan, fuertes que sin una dosis, matan. Recordarte una y mil veces que me gustas. Que me encantas. Que cuando te enfadas, y soplas, y te vuelves completamente loco, te adoro. Que sí, que incluso cuando no tienes ganas de nada, yo te quiero. Me gustas. ¿Me gustas? No, me encantas. Me encantan todos tus detalles. Tus sorpresas. Tus cursiladas, tus manías, tus tonterías, tus chistes malos, tus abrazos, tus besos, tus manos, tus enfados tontos, tus celos, y una lista interminable. A ti, que consigues en el peor día sacarme la mejor sonrisa. A ti, que consigues hacerme totalmente FELIZ. A ti, porque me lo das todo. A ti, porque sobran las razones. A ti, por mil y una más, por todo, y a la vez, por nada. Por seguir aquí, por prometerme una vida, e incluso más.
Por volverme loca, por ser tú,  por quererme, por aguantarme, por hacerme feliz, por regalarme cada día millones de sonrisas, por abrazarme, por recordarme, por consolarme, por enfadarme y desenfadarme, por amarme y por veinticuatro razones más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario